Tuvimos la suerte de disfrutar de una jornada gastronómica dedicada a la cocina charra, con vinos y platos típicos de Salamanca, en la sede de la Cofradía de la Putxera u olla ferroviaria.
El menú fue un auténtico homenaje a la tradición salmantina: jamón ibérico de Guijuelo, hornazo, limón serrano, patatas meneás y alubias blancas con oreja y pie de cerdo. De postre, una deliciosa nuezada acompañada de un Pedro Ximénez. Mi amigo Josetxu estuvo al mando de los fogones, con la inestimable ayuda de varios socios de la Cofradía.
El maridaje comenzó con un vermú picante muy original, “La Guindilla”, y un vino blanco 8 Vírgenes de la Bodega La Zorra (Mogarraz). Para el limón serrano disfrutamos del rosado Astronauta, de la Bodega Perahigos. Los platos más contundentes se acompañaron con dos tintos monovarietales elaborados con uvas minoritarias: un Rufete 100% de Bodegas Rochal (Bolosea) y un Bruñal de Quinta las Velas (Ahigal de los Aceiteros).
La cata y la degustación estuvieron acompañadas de una presentación audiovisual sobre la Sierra de Salamanca y los Arribes, destacando precisamente esas variedades poco conocidas que dan personalidad a los vinos. Josetxu enriqueció la jornada con anécdotas sobre las costumbres y tradiciones salmantinas: el Lunes de Aguas, el botón charro, el astronauta, la rana, el origen de la palabra “charro”.
La velada comenzó a las 13:00 h y se prolongó hasta las 20:00 h. Entre las bebidas, lo que más sorprendió fue la originalidad del vermú. El blanco y el rosado gustaron mucho, y en cuanto a los tintos hubo división de opiniones: algunos se decantaron por la ligereza del Bolosea, mientras que otros prefirieron el cuerpo de Quinta las Velas.
No quiero dejar pasar la ocasión para agradecer a Óscar, que el día anterior nos deleitó con sus manjares. ¡Un verdadero detallazo!
Personalmente, he disfrutado muchísimo de esta experiencia: tanto la organización como el trato de los asistentes fueron impecables, y todo estaba cuidado al detalle. Ha sido un auténtico placer.
Por último, me permito recomendar una visita a Balmaseda. Sus fiestas de San Severino (23 de octubre) y la Pasión Viviente en Semana Santa son dos acontecimientos que merece la pena vivir en primera persona.
Un abrazo muy fuerte a los cofrades.
